introducción
El desarrollo del lenguaje es, sin duda, uno de los mayores logros de la evolución, marcando decisivamente el curso de esta última, ya que a través del lenguaje se hizo posible almacenar y transmitir información valiosa para la supervivencia del ser humano. En la actualidad, nos comunicamos para transmitir mensajes y darnos a entender en lugares como nuestra casa o nuestro trabajo, y gracias a eso nos integramos adecuadamente en una sociedad. Ese es el nivel práctico del lenguaje. El otro nivel del lenguaje es el estético, donde las palabras constituyen un fin en sí mismas, sin estar necesariamente al servicio de un fin práctico. Aquí es donde el lenguaje recupera su opacidad (que en lo cotidiano es desplazada por la claridad que requiere la comunicación fluida y eficaz) y donde los significados se multiplican, se cruzan y se hacen ambiguos, todo gracias al poder representativo del lenguaje. Veamos esta cualidad con mayor detención.
Visiones de mundo y el poder de la palabra
Cada lengua implica una manera única de ver el mundo. Las tribus de las zonas árticas, por ejemplo, tenían un sinnúmero de palabras para referirse a los distintos tipos de blanco, mientras que en las zonas tropicales como Brasil, tienen igual o mayor número de palabras para referirse al color verde. Esto es solo un ejemplo de cómo el entorno influye en la construcción de un lenguaje, el cual existe como algo único. A través del lenguaje recreamos sucesos pasados, presentes e incluso futuros, cuando hablamos hipotéticamente. También es posible que alguien, dotado de la autoridad adecuada, instaure una nueva realidad con tan solo pronunciar un par de palabras: pensemos en lo que dice el sacerdote en un matrimonio o cuando se da comienzo a algún evento protocolar. Una vez que ciertas palabras son pronunciadas, ya nada vuelve a ser lo mismo. Este es el poder que aún conserva la palabra, facultad que conserva desde aquellos tiempos donde el brujo de la tribu se comunicaba con los dioses utilizando vocablos que solo él sabía cómo pronunciar.
La calle y el cuerpo como soportes de la escritura
Los muros del espacio público contienen una gran variedad de mensajes. Dejando la señalética urbana de lado (ya que su función es obvia), algunos mensajes ofrecen productos, otros promocionan eventos o candidatos a través de afiches, carteles, gigantografías, etc. Podríamos decir que estos mensajes son “oficiales” al ser considerados como “normales” y permitidos dentro del espacio público. Pero hay otro tipo de mensajes que cuestionan aquel dominio del lenguaje urbano oficial: son aquellos asociados al graffiti, mensajes con una profunda significación política, puesto que se relacionan con una manera de ocupar el espacio público que desafía a la autoridad. El rayado en las paredes, tan antiguo como el hombre, ha servido para desestabilizar los centros de poder, a través de mensajes rupturistas. El emisor generalmente permanece en el anonimato o bien utiliza un seudónimo.
En el graffiti, la forma de las palabras es importante. Los colores y dibujos que las acompañan ayudan a transmitir un mensaje, que muchas veces es un “tag”, es decir, una firma personal de un graffitero, cuya forma laberíntica hace que sea muy difícil de interpretar.
El desarrollo del lenguaje es, sin duda, uno de los mayores logros de la evolución, marcando decisivamente el curso de esta última, ya que a través del lenguaje se hizo posible almacenar y transmitir información valiosa para la supervivencia del ser humano. En la actualidad, nos comunicamos para transmitir mensajes y darnos a entender en lugares como nuestra casa o nuestro trabajo, y gracias a eso nos integramos adecuadamente en una sociedad. Ese es el nivel práctico del lenguaje. El otro nivel del lenguaje es el estético, donde las palabras constituyen un fin en sí mismas, sin estar necesariamente al servicio de un fin práctico. Aquí es donde el lenguaje recupera su opacidad (que en lo cotidiano es desplazada por la claridad que requiere la comunicación fluida y eficaz) y donde los significados se multiplican, se cruzan y se hacen ambiguos, todo gracias al poder representativo del lenguaje. Veamos esta cualidad con mayor detención.
Visiones de mundo y el poder de la palabra
Cada lengua implica una manera única de ver el mundo. Las tribus de las zonas árticas, por ejemplo, tenían un sinnúmero de palabras para referirse a los distintos tipos de blanco, mientras que en las zonas tropicales como Brasil, tienen igual o mayor número de palabras para referirse al color verde. Esto es solo un ejemplo de cómo el entorno influye en la construcción de un lenguaje, el cual existe como algo único. A través del lenguaje recreamos sucesos pasados, presentes e incluso futuros, cuando hablamos hipotéticamente. También es posible que alguien, dotado de la autoridad adecuada, instaure una nueva realidad con tan solo pronunciar un par de palabras: pensemos en lo que dice el sacerdote en un matrimonio o cuando se da comienzo a algún evento protocolar. Una vez que ciertas palabras son pronunciadas, ya nada vuelve a ser lo mismo. Este es el poder que aún conserva la palabra, facultad que conserva desde aquellos tiempos donde el brujo de la tribu se comunicaba con los dioses utilizando vocablos que solo él sabía cómo pronunciar.
La calle y el cuerpo como soportes de la escritura
Los muros del espacio público contienen una gran variedad de mensajes. Dejando la señalética urbana de lado (ya que su función es obvia), algunos mensajes ofrecen productos, otros promocionan eventos o candidatos a través de afiches, carteles, gigantografías, etc. Podríamos decir que estos mensajes son “oficiales” al ser considerados como “normales” y permitidos dentro del espacio público. Pero hay otro tipo de mensajes que cuestionan aquel dominio del lenguaje urbano oficial: son aquellos asociados al graffiti, mensajes con una profunda significación política, puesto que se relacionan con una manera de ocupar el espacio público que desafía a la autoridad. El rayado en las paredes, tan antiguo como el hombre, ha servido para desestabilizar los centros de poder, a través de mensajes rupturistas. El emisor generalmente permanece en el anonimato o bien utiliza un seudónimo.
En el graffiti, la forma de las palabras es importante. Los colores y dibujos que las acompañan ayudan a transmitir un mensaje, que muchas veces es un “tag”, es decir, una firma personal de un graffitero, cuya forma laberíntica hace que sea muy difícil de interpretar.
El tatuaje como marca
Al igual que las paredes del espacio público, la piel también se transforma en soporte para diversos tipos de escritura. El carácter permanente de estos escritos (a diferencia del graffiti), les otorga una cualidad sagrada en las culturas ancestrales, aunque hoy en día su uso es secular, por lo que encontramos variadas expresiones en cuanto a los tatuajes: personajes de la cultura popular, nombres de familiares, caracteres chinos, ilustraciones tribales, etc. Un tatuaje otorga la cualidad de distinción a quien lo usa, reforzando el carácter único e indivisible del sujeto a través de una marca inscrita en su piel. Por lo general, el tatuaje tiene un profundo significado para quien lo usa, por lo cual es muy posible que dicha marca represente un momento especial en la vida de una persona.
Al igual que las paredes del espacio público, la piel también se transforma en soporte para diversos tipos de escritura. El carácter permanente de estos escritos (a diferencia del graffiti), les otorga una cualidad sagrada en las culturas ancestrales, aunque hoy en día su uso es secular, por lo que encontramos variadas expresiones en cuanto a los tatuajes: personajes de la cultura popular, nombres de familiares, caracteres chinos, ilustraciones tribales, etc. Un tatuaje otorga la cualidad de distinción a quien lo usa, reforzando el carácter único e indivisible del sujeto a través de una marca inscrita en su piel. Por lo general, el tatuaje tiene un profundo significado para quien lo usa, por lo cual es muy posible que dicha marca represente un momento especial en la vida de una persona.
Gestos y emoticonos
Un gesto también contiene una fuerza expresiva que es interpretada de acuerdo a factores principalmente culturales. Por ejemplo, el hecho de exprimir un limón parece un acto irrelevante, excepto en Japón, donde siempre se debe exprimir dicho fruto con su cara hacia el comensal menos importante. En otro contexto, el saludarse de beso en la mejilla no sería extraño en la mayoría de los países latinoamericanos, sin embargo, en Norteamérica el trato es más distante: para saludar a alguien, solo basta un apretón de manos y cualquier otro intento será considerado como una violación del espacio personal.
A pesar de estas diferencias culturales, hay ciertos gestos que han llegado a ser universales, gracias a la influencia de los medios de comunicación. Estos gestos transmiten ideas muy simples: el dedo pulgar hacia arriba, representa el “me gusta” independiente de la lengua que se hable, ya que ha logrado traspasar las barreras lingüísticas. Lo mismo sucede con los llamados “emoticonos”, los cuales, siendo caricaturas de gestos humanos, representan una gran variedad de emociones. Los emoticonos aparecen en un contexto donde los mensajes deben transmitirse rápida y eficazmente y por ello reemplazan muchas veces a las palabras.
Artes escénicas y cine
En las artes escénicas, el movimiento del cuerpo juega un rol fundamental. Los actores aprenden a utilizar su cuerpo como un instrumento expresivo, por lo cual su perfeccionamiento consiste, entre otras cosas, en explorar todas las posibilidades expresivas tanto del cuerpo como de la voz. La ansiedad, la furia, la alegría, cada una de las emociones tendrá su manera de expresarse físicamente. A principios del siglo XX el manejo del cuerpo en el cine es notable. Uno de los casos más llamativos es el del comediante norteamericano Buster Keaton (1895-1966), quien realizaba increíbles proezas físicas (sin usar dobles) sin sonreír jamás. Por contradictorio que parezca, toda su fuerza expresiva radicaba en la inexpresividad de su rostro (incluso se dice que, por contrato, Keaton tenía prohibido sonreír en sus películas). El caso opuesto es el de Charlie Chaplin (1889-1977), quien –a pesar de no realizar maniobras tan arriesgadas como las de Keaton– es capaz de transmitir un notable flujo emocional a través de la expresividad de su rostro, ayudándose además de un sombrero hongo y un bastón, los que constituyen –junto a su pequeño bigote– su verdadera “marca registrada”.
Recuerda que...
Para transmitir mensajes, utilizamos distintos medios. No solo las palabras valen, sino también el cómo las decimos y cómo nos movemos al decirlas. De hecho, se dice que es más revelador lo que comunicamos a través de nuestro cuerpo que a través de las palabras, ya que ejercemos más control sobre estas últimas, mientras que no somos totalmente conscientes de lo que comunicamos a través del lenguaje kinésico*. En sus inicios, la fotografía fue fundamental en la historia del cuerpo, ya que por primera vez las personas podían observar detenidamente los gestos cotidianos, los movimientos casuales de la gente de la calle. Luego esa fijación se trasladó al cine y se enfocó principalmente en el rostro y la mirada, como centro neurálgico de la expresión.
*El lenguaje kinésico es aquel que se refiere a los gestos y movimientos corporales. Tan importante como este lenguaje, es el proxémico, que se refiere al uso del espacio que hacemos con nuestro cuerpo.
Para transmitir mensajes, utilizamos distintos medios. No solo las palabras valen, sino también el cómo las decimos y cómo nos movemos al decirlas. De hecho, se dice que es más revelador lo que comunicamos a través de nuestro cuerpo que a través de las palabras, ya que ejercemos más control sobre estas últimas, mientras que no somos totalmente conscientes de lo que comunicamos a través del lenguaje kinésico*. En sus inicios, la fotografía fue fundamental en la historia del cuerpo, ya que por primera vez las personas podían observar detenidamente los gestos cotidianos, los movimientos casuales de la gente de la calle. Luego esa fijación se trasladó al cine y se enfocó principalmente en el rostro y la mirada, como centro neurálgico de la expresión.
*El lenguaje kinésico es aquel que se refiere a los gestos y movimientos corporales. Tan importante como este lenguaje, es el proxémico, que se refiere al uso del espacio que hacemos con nuestro cuerpo.