Introducción
No resulta novedoso afirmar que existen diversos tipos de textos, con estructura y propósitos distintos. Por ejemplo, aun cuando ambos refieran sucesos, un texto narrativo literario no tiene la misma condición que un texto informativo. Mientras el primero entra en la categoría de ficción, el segundo hace referencia a lo real. Sin embargo, esta división resulta demasiado arbitraria en el caso de géneros como la antipoesía, donde la receta de un plato (cuyo fin es la preparación del mismo) podría figurar como un texto poético al ser desplazada de su contexto original. Entonces, más que las características de su tipología, es el contexto el que nos predispone a abordar un texto de determinada manera.
A continuación, veremos una breve clasificación de los textos, sus intenciones y cómo son abordados de acuerdo al contexto.
Texto narrativo
Este tipo de texto narra hechos reales o imaginarios que suceden a una persona o personajes en un espacio determinado, a través de una secuencia temporal.
Para el teórico Teun van Dijk, el texto narrativo debe llamar la atención del interlocutor a través de un suceso o acción que —en un punto de su desarrollo— presenta una complicación, para luego mostrar una resolución. Ambos conceptos conforman el núcleo de un suceso. Esto es lo que caracteriza a la narración frente a otro tipo de textos. En ella, es posible establecer coordenadas temporales que nos permiten inferir el paso del tiempo. Las historietas, leyendas, novelas, cuentos, crónicas periodísticas, entre otros textos, pertenecen a este género. Además hacemos uso de la modalidad narrativa en nuestra cotidianidad, por ejemplo, cuando relatamos algún suceso a amigos o familiares.
Texto argumentativo
La intención comunicativa del texto argumentativo es persuadir o convencer al receptor respecto de una visión particular de un tema, suceso o proceso. Esto se realiza a través del planteamiento y sustentación de una tesis dada.
La habilidad argumentativa consiste en saber defender una postura de manera clara y objetiva, sin caer en especulaciones o falacias (falsos argumentos). Pertenecen a este tipo de textos los discursos, ponencias, columnas, comentarios, críticas, ensayos, monografías, tesis, entre otros.
¿Sabías que…?
Los textos publicitarios representan un lugar estratégico para observar el funcionamiento del discurso argumentativo y su influencia en el público.
Al igual que la narración, la argumentación está siempre presente en la vida cotidiana. Ello se debe a que el intercambio en sociedad no solo implica transmisión de información, sino además saber posicionarse de manera personal y más o menos crítica frente a ella. De este modo, al vivir en comunidad, estamos continuamente compartiendo opiniones e intentando convencer a (o bien dejándonos convencer por) los demás.
Texto expositivo – informativo
El texto expositivo-informativo explica o presenta información relativa a conceptos, datos, hechos o bien procesos, utilizando un lenguaje claro, ordenado y objetivo. La descripción objetiva y la narración sujeta a lo real son recursos utilizados frecuentemente por este tipo de texto. Su intención comunicativa puede ser informar, aclarar, explicar, definir, recomendar o bien proporcionar instrucciones. Su lenguaje es culto formal, ya que utilizar las palabras con un sentido exacto que reduce considerablemente la ambigüedad. Forman parte de este tipo de textos las reseñas, resúmenes, reportajes, noticias, biografías, circulares, instructivos, manuales, recetas, entre otros.
Dependiendo de su nivel de complejidad y del público al cual estén dirigidos, este tipo de textos se dividen en divulgativos y especializados. En los primeros, el emisor informa de la manera más clara posible un tema que a menudo es complejo, adaptándolo a un amplio sector del público. En los segundos, tanto emisor como receptor poseen como requisito el conocimiento de una determinada ciencia o materia y una preparación específica.
Cruces de textos, intenciones diferentes
Existen muchos cruces entre los textos narrativos, argumentativos y expositivo-informativos. La fábula, por ejemplo, tiene una estructura narrativa, sin embargo su intención es la de convencer al lector respecto de un defecto o virtud humana e ilustrar así un ejemplo de comportamiento; en este sentido puede ser catalogada también dentro de los textos argumentativos. El testimonio consiste en una narración de hechos que afectan profundamente a una comunidad, y por eso mismo corresponden a la realidad y no al ámbito de la ficción. En su intención de convencer, un texto argumentativo echa mano de datos e información objetiva, es decir, utiliza textos informativos o expositivos. Asimismo, un texto informativo puede utilizar una narración: pensemos en la transcripción de un experimento científico que integra el relato de los pacientes en su cuerpo textual. Todo esto quiere decir que el cruce de tipos de textos es algo muy común y somos capaces de interpretar sus diversas intenciones gracias a nuestra competencia lectora.
Recuerda que...
La interpretación de la intención de los textos depende en gran medida del contexto en el que los encontremos. La percepción de un texto informativo cambia dependiendo de si lo encontramos en una revista científica o en una publicidad. En el primer caso sabremos, como lectores, que la intención es de informarnos y en el segundo, de convencernos acerca de las características de tal o cual producto. En el caso de la poesía, el concepto de intención comunicativa tiende a desdibujarse, ya que no narra una historia y tampoco intenta convencernos o informarnos. Por su parte, en la poesía, el lenguaje deja de estar al servicio de una intención clara, apareciendo con toda su complejidad y ambigüedad frente a nosotros.